Por Gabriel Boragina (c)
1. Introducción
El propósito de estas breves líneas es hacer un análisis sumamente rápido del anarquismo y la anarquía (enseguida veremos las definiciones de ambas palabras). No perseguimos aquí un examen profundo del tema por las siguientes razones, que estimamos de interés que el lector conozca:
En primer lugar, no creemos que el mismo merezca de nuestra parte una exploración más profunda que el que presentaremos en lo que sigue. Y ello por cuanto existen ya estudios muy elaborados entre los que destaca el trabajo del Dr. Alberto Benegas Lynch (h) titulado Hacia el autogobierno. Una crítica al poder político. Emecé Editores, 1993, que examina en forma bastante completa y acabada la problemática anarquista en general. Existiendo dicha obra, nos consideramos eximidos de repetir aquí lo que el Dr. Alberto Benegas Lynch (h) con la destreza intelectual que lo caracteriza, ya ha expuesto sobre el tema.
Lo que nosotros haremos ahora será concentrarnos en las diferencias que -a nuestro juicio- existen entre algunas corrientes autodenominadas "anarco capitalistas" o "anarquía de mercado", por una parte y el liberalismo clásico y el capitalismo por la restante. Aun así, este análisis comparativo será forzosamente breve, por las mismas razones antes apuntadas y porque -además- no se trata de un tópico que sea a hoy- de discusión generalizada ni que distraiga la atención de las masas en los tiempos que corren.
Nuestro interés se centra en aclarar algunas cuestiones de orden terminológico, ya que en el fondo, estamos convencidos que es en este punto (el verbal) donde se producen los mayores desacuerdos en los debates habituales sobre la temática, ya sea entre quienes deciden adherir a una corriente y sus adversarios, o bien entre todos ellos.
En función de esa misma brevedad que me propongo, no voy a hacer una introducción a la teoría anarquista y necesariamente- deberé suponer en el lector un conocimiento básico acerca de las diferentes corrientes que -bajo los rótulos de anarquismo, liberalismo y capitalismo-, existen en el marco de las discusiones académicas, filosóficas, económicas y políticas, ya sean pasadas o presentes. Lo contrario implicaría hacer demasiado extenso este trabajo, lo que -en modo alguno- es nuestra intención.
2. Definiciones y clasificaciones
Como en casi todos los órdenes de la vida, para las palabras anarquía y anarquismo existen tantas definiciones y clasificaciones como personas se han ocupado del asunto. Como nuestro objetivo es ser lo más sucintos y concisos posible, vamos a limitarnos al uso general y corriente que tienen estas dos palabras para el común de la gente, para lo cual, nada mejor que acudir al diccionario de la RAE. Y así en él leemos las siguientes definiciones:
anarquía.
(Del gr. ἀναρχία).
1. f. Ausencia de poder público.
2. f. Desconcierto, incoherencia, barullo.
3. f. anarquismo (‖ doctrina política).
anarquismo.
1. m. Doctrina que propugna la desaparición del Estado y de todo poder.
2. m. Movimiento social inspirado por esta doctrina.
Vigésima segunda edición. Real Academia Española © Todos los derechos reservados
Esto es lo que -vagamente y generalmente- la gente común y corriente entiende por anarquía y anarquismo. Vamos a trabajar en lo que sigue con estos dos conceptos pero haremos hincapié en el segundo más que en el primero. Aunque sea en cierta forma redundante añadamos la definición de anarquista:
anarquista.
1. adj. Propio del anarquismo o de la anarquía.
2. com. Persona que profesa el anarquismo, o desea o promueve la anarquía.
Vigésima segunda edición. Real Academia Española © Todos los derechos reservados
Si entramos al análisis de las definiciones dadas, salta a la vista lo siguiente: la anarquía es un estado de cosas (1. f. Ausencia de poder público. 2. f. Desconcierto, incoherencia, barullo.) en tanto que el anarquismo es una doctrina (acepción 1) y un movimiento (acepción 2) inspirado en esa doctrina.
Volviendo a la anarquía, las dos acepciones que da el diccionario de la R.A.E. podrían complementarse de este modo: "La ausencia de poder público genera desconcierto, etc." y esta es la idea que prevalece creemos- en la mayoría de las personas. Pero no es la idea que sostenemos nosotros en este trabajo. Pasamos a explicarnos: aceptamos el significado de anarquía en su acepción número 2 es decir como "Desconcierto, incoherencia, barullo". La anarquía, estamos seguros, es precisamente estas tres cosas (o sus sinónimos). La objeción que presentamos es a la primera acepción (Ausencia de poder público), y la objetamos en el sentido que consideramos que el poder (sea el publico o el privado) nunca está ni puede estar ausente en los asuntos humanos. Razón por la cual, si bien es correcta la segunda acepción, postulamos incorrecta la primera, de donde se sigue que la anarquía como "ausencia de poder público" es imposible, ergo, es una utopía.
3. El poder.
Hablamos mucho del poder y hemos dedicado largos escritos a este tema que es recurrente en lo que a las ciencias sociales se refieren. Nuestra tesis básica es que el poder -en sentido lato- es un dato de la realidad ; toda persona tiene poder (físico, psíquico, espiritual, económico, etc.) lo que diferencia el poder de unos al del otros, es el grado en que lo tienen, mayor o menor, pero nadie carece de él, y no solo nos referimos a los organismos vivos (los animales tienen poder físico, grande o pequeño, por ejemplo las aves tienen el poder de volar por sí mismas, un poder del cual los humanos carecen) pero los objetos inanimados también poseen poder, si decido atravesar una montaña por la mitad corriendo contra ella, esta tendrá el poder de hacerme estrellar contra su pétrea dureza. Los ejemplos serían infinitos, pero no es complejo hallarlos para nadie. El poder existe en la naturaleza, como un dato de la realidad, en consecuencia, pensar, hablar o desear su "ausencia", o lo que es lo mismo entre los anarquistas, su desaparición o extinción, no resulta mas que una ingenua utopía infantil. Más adelante veremos -cuando nos adentremos en lo que se llama la anarquía originaria o histórica (también denominada por algunos anarco-comunismo)- que esta clase de anarquismo limita toda noción de poder al de poder económico, tal y como lo hicieron Marx y los marxistas (y también el resto de los colectivistas).
Por ahora, concluyamos provisoriamente que la anarquía entendida como ausencia de poder (público o privado) es imposible, por lo ya explicado antes, ergo, es utópica e irrealizable como tal.
Lo hasta aquí dicho invalida -por carácter transitivo y por la misma vía- la posibilidad de cualquier clase de anarquismo, entendido este en el sentido de la primer acepción del diccionario de la Real Academia Española, a saber : "1. m. Doctrina que propugna la desaparición del Estado y de todo poder." El poder -como ya explicamos arriba-, por una cuestión de sentido común, no puede hacerse desaparecer, porque para ello habría que destruir la Creación entera, ya que todo poder reside en el universo, y cada parte del universo tiene una cuota de poder. Pero ¿y que hay en cuanto a la desaparición del estado? Esta es una cuestión interesante que merece un análisis separado. A el vamos.
4. El estado.
Entre algunos liberales, es una tradición escribir "estado" (cuando se hace referencia al estado político y gubernamental) con minúscula. Yo sigo esa tradición, en la mayoría de mis escritos, por lo que queda el lector avisado que cuando escribo "estado" me refiero al estado político o -mejor dicho- a lo que en general, en política suele conocerse como el estado.
Siempre ha sido una gran dificultad a para los autores ocupados en la ciencia política o las ciencias sociales en general, encontrar una definición satisfactoria a la palabra "estado". Y de hecho, no ha sido posible hallar ninguna definición satisfactoria; aquí como en casi todos estos temas, también existen una policromía de definiciones múltiples, tantas como autores se propusieron definir el vocablo. No obstante lo cual, prevalecen en la mayoría de las personas dos ideas respecto del estado. La primera de ella ve al estado como una suerte de sinónimo del concepto de nación; así -por ejemplo- cuando la gente habla del "estado argentino, mexicano, japonés, español, etc.", en realidad está queriendo referirse a lo mismo que si dijera la "nación argentina, mexicana, japonesa, española", etc. Sin embargo, estado y nación no son sinónimos.
Acudiremos nuevamente al Dr. Alberto Benegas Lynch (h), quien vuelve a ser a nuestro juicio- quien arroja la mejor claridad conceptual sobre estos términos. Y así nuestro profesor nos dice que:
Los pueblos son grupos de personas con características culturales similares; conjuntos de aquellos pueblos así entrelazados por rasgos particulares, se denominan naciones. Cada individuo es soberano, es titular de derechos inalienables; la totalidad de las soberanías individuales se denomina estado. En la práctica, para garantizar la soberanía del todo y de las partes, es necesario recurrir a una entidad que llamamos gobierno. La función de los gobiernos, entonces, consiste en proteger los derechos de los habitantes dentro de su correspondiente jurisdicción territorial, contra conmociones internas y ataques externos. A tal efecto, se lo dota del monopolio de compulsión y coerción.
De este modo, y según el profesor Benegas Lynch (h) el estado vendría a ser la totalidad de las soberanías individuales...dentro de su correspondiente jurisdicción territorial. Si el anarquismo se propone pues, conforme venimos viendo-, hacer desaparecer esto (que en rigor, consiste en lo que verdaderamente es el estado) decididamente seremos anti anarquistas, porque como liberales nos encontramos embanderados en la defensa de la totalidad de las soberanías individuales, o sea, de este concepto de estado, único concepto que nosotros aceptamos como correcto.
Ahora bien, supongamos que el anarquismo -en realidad- lo que quisiera hacer desaparecer no sea el estado (definido como lo hace el Dr. Benegas Lynch (h)) sino el gobierno (ya que como hemos explicado, es frecuente que la mayoría de las personas hablen de gobierno y estado como palabras intercambiables, lo que ya vimos, no es lo correcto para nosotros) ¿sería posible y conveniente que los gobiernos como tales desaparecieran de la faz de la tierra?. Analicemos esto con algo más de detalle en el punto siguiente.
5. El gobierno
Como ya habrá notado el lector, el Dr. Alberto Benegas Lynch (h) dice del gobierno que : En la práctica, para garantizar la soberanía del todo y de las partes, es necesario recurrir a una entidad que llamamos gobierno. La función de los gobiernos, entonces, consiste en proteger los derechos de los habitantes dentro de su correspondiente jurisdicción territorial, contra conmociones internas y ataques externos. A tal efecto, se lo dota del monopolio de compulsión y coerción.
Es necesario aquí apuntar, que en su libro (ver al final de este trabajo la Bibliografía) el profesor Benegas Lynch (h) critica en términos enfáticos- que al gobierno se lo dote del monopolio de compulsión y coerción, y postula -en forma expresa- en dicho texto, la utilidad de la abolición de dicho monopolio; sin embargo, en momento alguno cuestiona la necesidad de la existencia de gobiernos. En ese su libro, se enfoca en destacar las enormes ventajas que reportaría la existencia de gobiernos múltiples, muy pequeños y desmonopolizados en diferentes áreas geográficas, aun a costa (y con gran ventaja) de la desmembración de lo que actualmente conocemos como estados o naciones (en el sentido general que le da el común de la gente y no en el que hemos definido en los puntos precedentes).
Esta tesis, que su autor denomina expresamente Autogobierno y que en el mismo texto se preocupa por diferenciarla del anarquismo, no tiene a primera vista- puntos de contacto con el anarquismo, por cuanto no postula ni la desaparición del estado (definido arriba ver nuestro punto 4-) ni la del gobierno (ídem -ver nuestro punto 5-) sino la desmonopolización de la facultad de compulsión y coerción de este último, a la vez que demuestra (a mi juicio con gran éxito) que son los propios gobiernos los que se dotan a sí mismos de dicho monopolio.
Pero hay algo más que decir al respecto, ensamblando lo que ya hemos expuesto sobre el concepto de poder (ver nuestro punto 3); y es que resulta obvio que en los términos que venimos manejando tales como gobierno, estado, soberanía, protección, derechos, etc. esta implícito en todos ellos la idea de poder, ya que sin el contenido del ingrediente del poder ninguna de dichas palabras significaría -en la práctica- cosa alguna; serían simplemente- una serie de vocablos retóricos. Por ejemplo, un gobierno sin poder no cumpliría con ninguna de las funciones que debería ejecutar un gobierno, (porque sencillamente no podría hacerlo) y lo mismo, carecería de sentido hablar de una soberanía sin poder, o de un estado (o aun de derechos), que si no hay un poder que los respalde solo se volverían palabras huecas sin contenido práctico ninguno.
Y el poder, como ya lo hemos explicado es imposible hacerlo desaparecer. Lo máximo que podemos lograr y se ha logrado en diferentes países y momentos históricos, es limitarlo o mantenerlo controlado, pero eliminarlo nunca se ha conseguido, porque es una tarea imposible, como ya explicáramos arriba. (Véase nuestro punto 3).
El único sistema -en la historia del mundo- que consiguió en distintos momentos y lugares limitar y controlar el poder (sea que se lo llame político o económico) fue y sigue siendo el liberalismo en sus disímiles variantes. Tema este sobre el que hemos escrito muchísimo en otras partes.
En otras palabras, por este nuevo camino nos topamos -otra vez- con el mismo resultado, la misión, anhelo o meta del anarquismo como tal, es irrealizable, se trata de una mera utopía.
6. El anarco capitalismo o la anarquía de mercado.
Veamos ahora también rápidamente- este tema. Ya hemos trazado algunas diferencias fuertes entre el anarquismo y el autogobierno (ver temas precedentes y sobre el autogobierno la bibliografía al pie). Advertimos de inmediato que por todo lo ya expuesto- la expresión anarco-capitalismo es inconsistente, y -en el fondo- auto contradictoria. En los puntos anteriores dejamos demostrado que el anarquismo es imposible fácticamente, podemos ir más lejos y agregar físicamente imposible. Anarco-capitalismo pretende ser una palabra que sintetiza la unión o combinación del anarquismo con el capitalismo ; unión o combinación que además- presupone la "posibilidad" de su fusión en un solo sistema ; de donde surge en forma instantánea la auto contradicción que señaláramos antes, a saber : un sistema de imposible aplicación práctica como el anarquismo, nunca podría (en rigor nunca pudo hasta el presente) ni combinarse, fusionarse, unirse y ni siquiera complementarse con el capitalismo, siendo este ultimo en primer lugar un sistema económico (no político) cuyos resultados prácticos se han venido observando manifiestamente desde su adopción a fines del siglo XVIII hasta la actualidad.
El capitalismo no hace posible el anarquismo ni viceversa. Y el anarquismo ni como doctrina ni como movimiento consiguió jamás su objetivo (véase su definición en el punto 2). Como he explicado y fundamentado en otra parte, el capitalismo requiere de un sistema político para poder nacer, crecer y desarrollarse ; ese sistema político recibe el nombre de liberalismo, y en lo que interesa respecto de nuestro tema actual, una de las características fundamentales del liberalismo y que lo hace fácticamente posible y realizable- es precisamente su meta de reducir el poder político a su mas mínima expresión, objetivo que ha logrado en mayores o menores medidas, proporciones y lugares desde el siglo XVIII hasta la actualidad.
Algunos anarquistas con los que he conversado sobre este punto han pretendido objetar que el anarquismo no aspira -en realidad- a la desaparición del estado ni del poder, sino tan solo su reducción al mínimo. Ahora bien, esta objeción es débil e inconsistente ; comenzando porque contradice la definición clásica de anarquismo que además- es la aceptada por la mayoría de la gente y la más conocida. Y en segundo lugar, porque tal respuesta equivaldría a decir que el anarquismo y el liberalismo tenderían -según estos detractores-, hacia un mismo fin : la limitación del poder. Con todo lo cual, queda en evidencia que estos objetores reducen la cuestión a un problema meramente terminológico a saber : prefieren llamar anarquismo a lo que siempre ha sido conocido como liberalismo.
Es claro que esta postura es inaceptable : anarquismo y liberalismo son cosas bien diferentes, y el pretender utilizar ambos términos como sinónimos no le hacen bien ni a unos ni a los otros. Pero los que más salimos perdiendo en esta pretendida fusión terminológica- somos los liberales, por cuanto la mayoría de la gente tiene incorporadas las definiciones que dimos en el punto 2 de este trabajo y ni la anarquía como estado de situación ni el anarquismo como movimiento o doctrina gozan de popularidad ni de simpatía en la mayoría, de modo tal que asociar las palabras anarquía-anarquismo a las de liberalismo o capitalismo, provocan mucho más daño a estos dos últimos que a los dos primeros, habida cuenta que hace de todo el conjunto algo indeseable para la inmensa mayoría de la humanidad.
Otro tanto cabe decir de la locución "anarquía de mercado". Ya de por si se encuentra instalado en el inconsciente colectivo la equivocada idea de que el mercado tiene un doble rango o status: unos creen que es un lugar que está controlado por unos pocos capitalistas que lo "dominan todo", en tanto que el grupo restante opina que es un completo caos. Aceptar la expresión "anarquía de mercado" además de errónea en si misma (el mercado no es anarquía son que es primariamente- orden) reforzaría la impresión de este último grupo, que quizás sea el mayoritario, habida cuenta que los del primer grupo son -más bien- personas dominadas por ideas marxistas o colectivistas.
Resumiendo pues este punto, las expresiones "anarco-capitalismo, anarquía de mercado, anarco-liberalismo" y otras por el estilo, son todas contradictio in adjectio, y como tales, deben ser inmediatamente abandonadas.
7. Diferencias y similitudes en política, filosofía y economía.
Política y filosóficamente los anarquistas están próximos a los liberales de autogobierno y anarco capitalistas, y estos últimos más cerca de los primeros que de los segundos (y también más confundidos). Los liberales de autogobierno y anarco capitalistas, postulan en lo político, la desaparición del estado monopólico y su fragmentación en pequeñas unidades que no podrían tampoco llamarse técnicamente "gobierno", -según sostienen- sino que serían más bien agencias de protección que cumplirían el rol de defensa de sus clientes. La objeción a emplear la palabra "gobierno" es endeble. Si lo que se quiere decir es que la agencia de protección no gobierna al cliente, eso significa que la situación es a la inversa, a saber : es el cliente el que gobierna a la agencia ; de hecho -en este sistema- el cliente paga a la empresa para que lo proteja, ergo, es el cliente el que controla a la empresa y no al revés, por cuanto el gobierno de la empresa en rigor, lo estarían detentando el conjunto de sus clientes.
Los liberales clásicos, en cambio, se alejan políticamente de los anarquistas, ya que aquellos defienden lo que se denomina el Estado mínimo o -en la posición de autores como Robert Nozick- el Estado ultra mínimo. Una vez más téngase en claro que todos estos autores, discípulos y sus comentaristas, suelen impropiamente como ya vimos- referirse al gobierno como sinónimo de estado.
Donde no existe ningún tipo de acuerdo entre liberales (sean clásicos o modernos) y anarquistas es en el sistema económico a adoptar. Los liberales (clásicos y modernos) se vuelcan decididamente hacia el capitalismo en tanto los anarquistas -en cualquiera de sus versiones- al socialismo o marxismo.
La variante "anarco-capitalista" de autores como David Friedman y Murray Rothbard, entre otros, no la incluyo dentro de lo que es anarquismo, porque el anarquismo es imposible como demostramos en los puntos precedentes a este. No es -por cierto- el sistema que describen M. N. Rotbhard ni D. Friedman, de allí que -concluyo- que dichos autores han bautizado mal sus doctrinas. La elección del vocablo "anarcocapitalismo" para describir sus sistemas es a todas luces, desafortunada.
Lo sepan o no, los anarco-capitalistas no proponen un sistema anarquista, sino -por el contrario- postulan la reducción, atomización y fragmentación del gobierno (y su poder) en unidades muy pequeñas, algo similar al autogobierno de Alberto Benegas Lynch (h). Analizar en detalle las diferencias entre el autogobierno de este último y el mal llamado anarco-capitalismo excedería con creces los cometidos de este breve trabajo. De modo tal, que por lo hasta aquí expuesto, incluyo a los anarco-capitalistas dentro de la categoría de liberales, o si se prefiere, de ultra liberales.
De momento que todos los mencionados hablan -indistintamente- de estado/gobierno, el lector ha de tener en consideración las aclaraciones preliminares que hemos dado en los puntos precedentes, donde intentamos brevemente- despejar los sentidos de los términos empleados.
8. Las leyes y el anarquismo
Antes de pasar a examinar fugazmente algunas falacias de los llamados anarquistas clásicos, tradicionales o también a veces- denominados anarco-comunistas, anarco-socialistas, anarco-sindicalistas, anarco-izquierdistas o expresiones equivalentes (todas ellas -en rigor- se refieren a la misma cosa) quisiera decir algunas palabras sobre lo que considero otra falacia que me parece necesario despejar. Suele existir entre los estudiosos del tema la equivocada idea de que el anarquismo se contrapone a la existencia de leyes o -más ampliamente- de un sistema jurídico legal. Debo confesar que yo mismo compartí este error durante mucho tiempo. Pero un examen mas cuidadoso del tema permite advertir que la presencia o existencia de un sistema jurídico legal por si mismo, no implica la ausencia de un estado anárquico o de anarquía. Para mejor explicar este tópico, el lector deberá tener en mente la definición de anarquía del diccionario de la Real Academia Española (véase el punto 2 de este trabajo). Recordemos que la segunda acepción de la palabra anarquía dice "2. f. Desconcierto, incoherencia, barullo". Y en efecto, el anarquismo puede reducirse -en precisión- a un estado donde reina la anarquía, es decir, en una palabra, el caos.
Las leyes, o un sistema jurídico legal -en su conjunto- pueden tener dos efectos: hacer desaparecer un estado de anarquía o bien crearlo, y podemos agregar un tercero: de ya existir dicha situación de anarquía un sistema jurídico legal podría -incluso- agravarlo.
Esto es lógica y fácticamente posible y de hecho, tal situación se da en numerosos países como por ejemplo y como mas inmediato, el nuestro propio. En términos lógicos encontramos países donde la por ejemplo- ley 1 ordena 1X y la ley 2 decreta 2Z. Dos leyes que tratan sobre temas diferentes y regulan cuestiones distintas no se contradicen ni se obstruyen en forma mutua, de modo tal que existe una situación de orden en el sistema, si el resto del sistema legal sigue el mismo correlato.
Sin embargo, hay situaciones en donde la ley 1 decreta 1X en tanto la ley 2 establece 1Z. Es decir, sobre una misma situación o temática la ley dispone dos cosas diferentes (X en la primera ley y Z según la segunda). En muchos casos, la contradicción legal puede ser más absoluta, por ejemplo cuando dos leyes decretan "A" la primera y "NO A" la segunda, siendo ambas vigentes en una misma época. Estas situaciones que se presentan con muchísima más frecuencia que lo que el común de la gente sospecha, generan a no dudarlo, un estado de anarquía, lo que, a su turno, demuestra que un sistema legal no siempre constituye un garantía ni salvaguarda y mucho menos la antítesis de un sistema anárquico.
Ergo, puede haber leyes, sistema legal y jurídico que genere caos, es decir, anarquía, y cuanto más extenso sea ese sistema legal tanto mayor será el radio de extensión de la anarquía que origine.
9. ¿Naturaleza humana anarquista?
Hechas pues las correcciones y aclaraciones terminológicas y conceptuales precedentes, abordaremos -ahora si- el análisis crítico de las falacias más comunes que presentan los movimientos y doctrinas anarquistas clásicos (en rigor, como ya explicamos, deberemos referirnos a ellos simplemente como anarquistas o anarquismo, sin calificaciones adicionales).
Un grave error anarquista es su profunda ignorancia y desconocimiento de la naturaleza humana. Dejando de lado posturas ridículas como las "explicaciones" dadas de algunos anarquistas acerca que la gente está "genéticamente programada para volverse anarquista", y yendo al terreno de las cosas reales y coherentes, es fácil darse cuenta que el mundo anarquista utópico sin jefes, cabecillas, líderes y patrones es quimérico. No es necesario involucrar ni al Estado ni a la propiedad privada (anatemas para el anarquista) en esta refutación. Aun sin Estado y sin propiedad privada la gente, apenas se reúne aun en pequeños grupos de más de una persona, busca instintivamente líderes o jefes de grupo. Esto es consustancial con la naturaleza humana y ha sido así durante todas las épocas desde el hombre prehistórico.
La llamada "naturaleza" social del hombre de ningún modo incluye -necesariamente- un orden igualitario como componente de dicha "naturaleza". Sin embargo, y muy a menudo por la simple observación diaria, si, lo excluye.
Todas las antiguas tribus han tenido jefes, caciques, mandones y lideres. En la escuela vimos y vemos que los niños buscan cabecillas y lideres. Los clubes de barrio y clubes sociales eligen a sus presidentes y comisiones directivas, los grupos artísticos se reúnen en torno del músico, escritor, escultor o pintor más habilidoso y no tardan en idolatrarlo. Así funciona la naturaleza humana. Así funcionó desde la Edad de Piedra. El hombre busca lideres o busca serlo. Esto no cabe en la cabeza del anarquista que niega tozudamente esta realidad de sentido común, de simple percepción sensorial.
Y en los ejemplos dados, no se puede responsabilizar ni al Estado ni a la propiedad privada -que para un anarquista es la fuente de todos los males y perversiones- simplemente, la gente no se comporta jamás como las falacias anarquistas suponen. Una vez más, a pesar de darse las narices contra la realidad, no condescenderán a admitirlo. Su obstinación debería servir a mejores fines.
También es utópico sostener que el rol de jefe, director etc. sería cumplido en forma rotativa o alternativa por diferentes miembros del grupo. La gente tampoco ha funcionado así jamás. Una vez que un grupo elige a un líder lo hace porque el grupo ve en el líder condiciones particulares que hacen líder a esa persona y no a otra. La gente busca especialistas para resolver sus problemas, no improvisados. Un jefe rotativo o alternativo, no adquiriría la suficiente experiencia como para cumplir el rol de jefe, además -como es hartamente sabido- hay personas que no están naturalmente dotadas para el mando y otras, sí. El anarquista no ve nada de esto. Es decir, no quiere verlo. Solo ve lo que quiere ver. Ha idealizado un hombre inexistente: sin ambiciones y sin defectos, apto para cualquier cosa en el momento preciso y en cualquier lugar en que se encuentre. Para el anarquista la gente no esta influida por condiciones ni físicas ni geográficas. Todo es, pura abstracción en esta utopía. En suma, el anarquista ha perdido la noción y la percepción del sentido común, se ha despegado de la realidad y ha creado otro "superhombre" al estilo Nieztsche. Un "superhombre" incorruptible, no especializado, sabio en todo, desinteresado, no egoísta y "genéticamente" solidario. Es un poco, la visión que nos dan las religiones del alma humana que habita en el paraíso o en el edén.
10. Anarquía y valor
Uno de los puntos básicos que separa al anarquismo del liberalismo/capitalismo son sus respectivos postulados económicos. Además del fundamental representado por el cuestionamiento a la propiedad privada (tema en el cual la mayoría de los anarquistas navegan en profundas y contradictorias opiniones) existen otros puntos que directa o indirectamente derivan de la negación y/o cuestionamiento al derecho de propiedad.
Se dice que autores tales como Kropotkin objetaron la teoría laboral del valor marxista. Con ello algunos anarquistas pretenden separarse de los postulados del marxismo económico. Pero Kropotkin no dice que el trabajo no determina el valor, sino que dice que no es proporcional o que no lo determina proporcionalmente, lo que es muy diferente. Dejando abierta la posibilidad de que el trabajo determine el valor, pero discutiendo que lo sea en forma proporcional, con lo cual deja intacta la teoría del "valor trabajo" de la cual solo discute un aspecto, que es el menor.
En realidad, Kropotkin pudo haber querido decir que no lo determinaba en forma proporcional sino que más que proporcional, lo cual y de ser así- ubicaría a Kropotkin en una posición muchísimo mas extrema que la asumida por los propios K. Marx y F. Engels.
Este punto es de crucial importancia. Avalar la teoría marxista de la explotación y suponer que en un mercado libre los empleados serán "explotados" por los empleadores implica un desconocimiento que las corrientes económicas más modernas y más serias ya no aceptan.
Solamente anacrónicas legislaciones marxistoides que se hacen llamar socialdemócratas resguardan entre sus preceptos más caros la teoría de la explotación marxista. Las legislaciones laborales mundiales --inclusive la de los países mal llamados "capitalistas"-- están basadas en el falso supuesto que el empleador solo tiene por objeto al contratar mano de obra tratarla en forma despiadada por el puro y simple placer que eso le provoca. Esta forma de pensamiento socialista es uno de los pilares del anarquismo en todas sus versiones. Creer que existe alguna relación entre el salario del obrero y el beneficio del empleador, que haga depender a este de aquel, es uno de los errores mas difundidos por el socialismo marxista que acepta sin ningún tipo de cuestionamiento el anarquismo en todas sus versiones. Habría tal vez que exceptuar a la variante denominada anarco-capitalismo, pero las características de esta variante la hacen tan particularmente específica que uno dudaría en encuadrarla dentro de una corriente anarquista.
Comprender como se desenvuelven las relaciones económicas entre el empleador y el empleado es una de las asignaturas pendientes de una importante cantidad de anarquistas que pretenden desafiar dichos postulados irrefutables de los economistas austriacos desde el campo de la filosofía, sin reconocer los ámbitos de cada una de las ciencias mencionadas. Por otra parte, los errores de muchos anarquistas respecto de la teoría de la propiedad privada y de los monopolios tampoco les permite ver la verdad sobre como se desenvuelven los hechos económicos en la realidad.
No pueden evitar ser asimilados a los marxistas porque se les parecen tanto que nadie duda en el ámbito corriente y popular- que el anarquismo no es más que una versión exacerbada del marxismo.
11. Anarquía y Economía
Muchos anarquistas se equivocan al creer que para ser anarquista basta saber algo de filosofía y burlarse de la economía. La postura despectiva de muchos anarquistas hacia la economía considerándola un aspecto secundario de su doctrina es casi una constante en las discusiones.
Que la mayoría de los anarquistas actuales ignoren economía, no significa que los primeros anarquistas no hayan trabajado sobre ella y no hayan elaborado teorías. Hay una pata económica en la anarquía que -obviamente- se ignora, como se demuestra con el debate sobre la teoría del valor y exponentes reverenciados por el anarquismo como Kropotkin. Ahora bien, no me parece muy sensato que si hay algo que se ignora sea muy coherente y leal decir que eso "no sirve para nada", típica actitud de muchos anarquistas con quienes he tratado el tema.
Yo no sé casi nada de biología ni ingeniería mecánica, sin embargo, mi ignorancia en tales materias no me autoriza decir que para la vida, la biología no es importante, o que para la vialidad la ingeniería no es relevante. El tema, es que la economía SÍ es importante, tanto como la filosofía y el hecho de que muchas corrientes del anarquismo no le asignen ninguna importancia, simplemente porque ignoran o minimizan todo lo relativo a la economía, no implica de manera alguna que no la tenga. La tiene y mucha. Una filosofía, por muy excelente que ella sea, que no puede llevarse a la práctica, simplemente porque no tiene una teoría económica en la que sustentarse, es simplemente una utopía, una quimera. Eso es lo que pasa con el anarquismo en todas sus corrientes. Seguirá siendo utópico hasta que dé con la teoría económica correcta. Mientras siga abrazando la teoría económica marxista jamás llegará a ninguna parte como no llegaron ni la URSS, ni Cuba ni China, etc...
La gran mayoría de los anarquistas ignoran las nuevas teorías sobre los monopolios y sobre la propiedad privada. Ignoran que los autores de la Escuela Austriaca de Economía han demostrado que sin propiedad privada es imposible la existencia de cualquier tipo de economía. Lo que en buen romance significa que sociedad alguna sería posible que funcionara sin propiedad privada. La palabra "economía" carece de significación concreta sin una adecuada teoría de los derechos de propiedad. Y en este sentido, el conflicto con casi todas las corrientes anarquistas es irreconciliable. En tanto y en cuanto los autores anarquistas no dejen de abrevar únicamente en el terreno de la filosofía política y no se adentren en los --para ellos-- insondables misterios de la economía, no podemos augurarles éxito en la difusión de sus principios; ya que estos no se diferencian de las actuales recetas intervencionistas que se aplican en el mundo entero. En ese empecinamiento, los autores anarquistas se parecen demasiado a los modernos marxistas y sus seguidores, los socialdemócratas. Es de lamentar que muchos anarquistas en lugar de abrevar en las fuentes correctas se dediquen --tal cual como los socialistas-- a burlarse de los autores austriacos, a quienes discuten y desafían sin haber leído uno solo de sus trabajos y desde la más pura soberbia intelectual.
Y si toda la economía que conocen es la marxista, no es de extrañar que el anarquista crea que se trata de la única "economía" posible y considere asimismo- que puede fundar un estado "diferente" del estado marxista practicando una "economía" marxista. Es que no existe una "economía anarquista", todo anarquismo parte de la base de que la "economía marxista" (si es que existe semejante engendro) es la única economía posible, por ello, caen en las mismas contradicciones que los marxistas, de quienes buscan vanamente "diferenciarse".
Pero las coincidencias entre el comunismo marxista y el anarquismo van mucho más allá aun. Los anarquistas aceptan del comunismo marxista dos cuestiones claves, a saber: una metodológica y la otra finalista: la metodológica es la predicha de que la única economía que creen posible es la marxista, y la finalista es que como los comunistas, abogan por la desaparición del estado. Esto borra toda diferencia entre marxismo y anarquismo. Pero digamos algo más sobre la cerrazón intelectual del anarquista.
Baste para demostrar este punto mi propia experiencia personal. En todas mis discusiones con anarquistas jamás he encontrado uno solo que hubiera leído ni una de las obras de autores de la Escuela Austriaca de Economía, y -por ende- todos han sido incapaces de discutirme y de refutarlas sobre el texto. Eso no es todo. Les he indicado una lista de autores y se han negado a leerlos. ¿Hace falta alguna prueba más de su intolerancia, obcecación y tozudez? ¿Hace falta alguna prueba más de su temor a encontrarse con que sus dogmas son definitivamente destruidos?. La repuesta es obvia.
12. Anarquía y marxismo
A pesar de todos los intentos de diferenciarse de los marxistas, muchos anarquistas caen en las mismas contradicciones que aquellos por la sencilla razón de que parten de los mismos errores. La anarquía sería el camino correcto --y como tal se confundiría con el liberalismo-- si pudiera separarse definitivamente de la teoría del valor y la teoría de la propiedad privada marxistas. Sin embargo, al considerar "correctos" estos dos errores fundamentales del razonar marxista, el anarquismo cae más tarde o más temprano- dentro del marxismo. Ver la propiedad privada como un problema e intentar buscar soluciones intermedias -que siempre van desde su restricción hasta su total desaparición- hace que toda la filosofía anarquista se transforme en utópica. Ya que otro error básico de dichas teorías anarquistas y marxistas es considerar la propiedad privada como fuente de un poder que no tiene limites.
Otro error del que parte el marxismo y que el anarquismo toma en forma integra de aquél, es el desconocimiento de lo qué es y de cómo funciona un mercado. Y también ambas posiciones doctrinarias coinciden, además, en la teoría de la explotación laboral por la cual caen en el mito de que puede obtenerse plus valía del trabajo ajeno. Todos estos errores en común que en realidad el anarquismo toma del marxismo, impiden encontrar diferencias de base entre ambos postulados teóricos por mucho que se afanen sus representantes en destacar.
En rigor y con un análisis histórico más de cerca, las diferencias entre marxistas y anarquistas se encuentran básicamente en cuestiones personales y no ideológicas. Sus diferencias son de medios y no de fines. Ambos movimientos filosóficos y doctrinarios postulan el poder para los de abajo o las clases denominadas marginales o desfavorecidas, contradiciéndose --en el caso de los anarquistas-- con su rechazo al poder. Ambos postulan una dictadura del proletariado pero con diferentes nombres. En suma, difiere la cáscara pero no el contenido. Entonces los enfrentamientos entre Marx, Bakunin, Kropotkin, etc. no pueden llamar a engaño al estudioso profundo. Anarquismo y marxismo comparten cerca del 70 al 80 por ciento de sus postulados, no puede ser serio hablar de diferencias de fondo entre ambas concepciones filosóficas económicas.
Además, la virulencia implícita en estos postulados filosóficos hace que el marxismo y el anarquismo sean esencialmente violentos, en contraste con el pacifismo que caracteriza al liberalismo. De allí que la acción directa esté presente en casi todos los escritos anarquistas y que los anarquistas mismos se hayan comportado violentamente en el transcurso de los tiempos. Y es que como comparten la misma filosofía violenta del marxismo es evidente que por mucho que se quieran sustraer de sus metodologías, los anarquistas no pueden dejar de caer en la virulencia. Sus defensores son esencialmente violentos en el fondo --tanto en lo personal como en lo filosófico-- y no dejan de criticar la tibieza y el pacifismo liberal entre otras criticas que se le hacen.
13. El mercado y el anarquismo
El anarquismo toma del marxismo todas sus doctrinas económicas casi sin retocar, por consiguiente, la teoría del mercado que exponen los anarquistas no guarda tampoco ninguna diferencia con la de los marxistas. Básicamente el anarquismo cree erróneamente que el mercado es simplemente el "poder económico" representado por las "grandes" corporaciones, es decir, comete el gravísimo error de confundir mercados con empresas, cuando las empresas forman parte del mercado pero no son el mercado en sí mismo. De aquí se derivan otros errores serios del anarquismo, creer que el mercado tiende a concentrarse en "pocas manos" y demás falacias marxistas largamente refutadas por los economistas más serios, entre ellos los autores de la escuela austriaca mencionada. Adopta pues el anarquismo todos los errores típicos de cualquier economía marxista, y así todas sus ideas sobre precios, mercados, propiedad privada, competencia, dinero, valor, moneda, fiscalidad, etc., están viciadas de marxismo, al punto que tan hoy en día ningún economista serio las defiende, ni siquiera aquellos que alguna vez miraron con simpatía las doctrinas marxistas. El anarquismo cree del mercado un "centro de poder" y como tal busca destruirlo. Ignora que los economistas serios lo que destruyeron fue la creencia que los mercados tienden a concentrarse demostrando que, por el contrario, los mercados tienden a dispersarse cuando existe libertad.
Consecuentemente, lo que necesitan los anarquistas -como todo el mundo- es simplemente, estudiar economía y despejar de ese modo su palmaria ignorancia, algo a lo que recurrentemente se niegan.
14. Insultos por argumentos
No está de más resaltar algo que parece ya prototípico en la psicología de los anarquistas: su intolerancia en la confrontación de ideas.
Este es un rasgo curioso en ellos: en tanto filosóficamente postulan un mundo de seres angelicales donde todos son buenos -o lo serán por vía de esa misteriosa "mutación genética anarquista"- donde estos mutantes anarquistas de bondad se llevarán del brazo y de la mano y se abrazarán en la primer oportunidad, cuando se les contradice en algún punto de su filosofía, se tornan violentos, agresivos e insultantes. Destruidos sus argumentos, reaccionan con agresión. Uno no puede menos que preguntarse perplejo: ¿este es el prototipo del "buen tipo" anarquista del futuro? En una hipotética sociedad futura anarquista ¿voy a ser obligado a convivir con un sujeto que si no acepto su anarquismo esta dispuesto a romperme la cara?
Esto explica el perfil histórico y prototípico del anarquista: el tipo siempre listo a arrojar bombas y atentar. También es así en el aparentemente inocente debate. Pruebe el lector intentar intercambiar una par de párrafos o argumentaciones con un anarquista. Pruebe a refutarlo. No pasará mucho tiempo sin que el sorprendido lector se vea insultado incesantemente y cada vez con mayor intensidad, y si se les da el tiempo suficiente, el pobre lector será agredido físicamente a manos del anarquista.
Esto explica -a su vez- en gran parte, a mi juicio, él porque el anarquismo no representa hoy en día un movimiento filosófico ni cultural y menos aun ideológico de envergadura.
Disfrazados de "pacifistas", el temperamento de las personas que dicen abrazar el anarquismo es mayoritariamente hostil y violento.
Atribuyo a esto la influencia socialista y marxista que fue y es de gran peso entre los anarquistas.
Bibliografía
Alberto Benegas Lynch (h) : Hacia el autogobierno. Una crítica al poder político. Emecé Editores, 1993.
Alberto Benegas Lynch (h) "Corrupción de la democracia y contrabando ideológico".(Revista Ideas sobre la Libertad, Nº 30, Año XVII, pág. 3 a 8, Centro de Estudios sobre la Libertad)
Alberto Benegas Lynch (h) "Corrupción de la democracia y contrabando ideológico".(Tomado de la revista Ideas sobre la Libertad, Nº 30, Año XVII, pág. 3 a 8, Centro de Estudios sobre la Libertad)